Mi vida no ha sido fácil. Desde el parto hasta el último empleo, ha sido un enorme sacrificio, pero viendo las caritas felices de los niños y desde el punto de vista de un sobreviviente, vale la pena vivir.
Quizás esta sea la oportunidad de contar gran parte de mi vida hace años atrás, y una de las cosas que más traen recuerdos de mi niñez ha sido cuando iba al Hospital Luis Calvo Mackenna. Ya casi no recuerdo a qué iba, pero sí recuerdo cada pasillo, sala de espera y ascensor con mucha nostalgia, e imaginándome como ha cambiado tanto en todos estos años...
Hace tiempo quería recorrerlo de nuevo, para recordar viejos tiempos, en especial para ver a los niños jugando en los pasillos, quizás ignorantes de las diversas enfermedades que pueden padecer.
Desde siempre he sido muy curioso (y lo sigo siendo) y sobre todo me atraían los ascensores, particularmente ese par de elevadores grandes, uno frente al otro. Me acuerdo cuando me escapaba y subía y bajaba por ahí e incluso cuando me perdí y terminé en el sector Urgencias con Carabineros; no era capaz de medir que podía ser peligroso, pero sabía de alguna forma que no debía tratar con desconocidos, y que los médicos y uniformados eran personas correctas.